viernes, 17 de abril de 2015

"LA BATALLA DE VALLE" Temp 2 Cap 1 Pt: 6 "El camino continúa"

La luz brillaba sobre el pasto húmedo del amanecer. Kiora y Luzzen se despedían sobre una colina que les permitía ver más allá de Valle, hacia donde se extendía el horizonte libre.
         - Es inmenso – dijo Kiora, mirando el límite del cielo con la tierra -. La calma parece inaudita. Quiero que permanezca inmenso, que el horizonte no sea enrojecido con el fuego de la guerra.
Luzzen la observó.

         - No es posible que nuestros caminos se hayan unido sólo para separarse de nuevo, Kiora – dijo a la vez que tomaba sus manos-. Estoy seguro de que lograremos trascender a pesar de lo que venga.  
Ella lo miró con los ojos muy abiertos. En el fondo sabía que podía ser la última vez que lo viera. Cualquier instante que compartieran juntos a partir de entonces podría ser el último.  Así que, decidió seguir el camino con fe, en nombre de lo que más amaba.

Ella, Gléowyn y un enano enviado por Dain partirían hacia el Bosque Negro a pedir la asistencia del rey Thranduil. Sería un viaje arriesgado pero necesario. Luzzen sujetó con fuerza las manos de Kiora, no deseaba verla partir. Sabía que era una fuerte guerrera y confiaba en que lograría su cometido pero, el hecho de saber que arriesgaba una vez más su vida le oprimía el corazón. Y le agobiaba saber que iba hacia el reino de Thranduil, por quien no sentía la menor simpatía. Ella pareció leer los pensamientos del elfo y tomó su rostro entre sus manos.

       - Melmenya, muy pronto jamás tendremos que separarnos de nuevo. Lucha con honor y fortaleza, que yo haré lo mismo.

Se abrazaron a la vez que el sol se levantaba por completo. Kiora volvió la mirada y divisó a Gléowyn sujetando su cetro, que junto al enano enviado por Dain, la esperaba en silencio.




Y así comenzó la travesía. Dos caballos y un pony se alejaban hacia el bosque.

       - No te preocupes, Luzzen sabe arreglárselas. Ahora nosotros debemos ir con cuidado para regresar enteros, la batalla apenas comienza –dijo Gléowyn al ver la mirada empañada de la elfa.
 Tergan las instó a apurar el paso. Era un enano de cabello rojizo y gran nariz con una barba tan larga que la doblaba sobre su hombro. Si bien las rencillas entre ambos reinos se habían aligerado, no parecía entusiasmarle la idea de ver al monarca del reino del bosque. Aunque la seguridad del enano les inspiró confianza.


Y el camino fue tranquilo, hasta que a poco tiempo de llegar, Kiora observó a lo lejos una línea de humo subiendo hacia el cielo.

       - Algo está mal…- dijo- Debemos parar.
       - El bosque está siendo atacado –se lamentó Gléowyn-. ¿Deberíamos intervenir?
       - No podemos hacer nada – dijo la elfa- Parece que el rey estará bastante ocupado.
       - ¿Entonces el camino hasta aquí ha sido completamente en vano? Hemos perdido un tiempo valioso –se quejó fríamente Tergan.




Pocos segundos de silencio habían pasado cuando una flecha atravesó el cuello del caballo de Kiora. Breves momentos después un grupo de orcos los había rodeado. Gléowyn bloqueaba y devolvía golpes con su cetro mientras Kiora hacía lo mismo con sus dagas élficas. El enano por su parte parecía bastante eufórico en medio de la batalla.
No tardaron en derrotar a los orcos sin embargo divisaron a lo lejos otro grupo aún más numeroso que se acercaba. Comenzaban a prepararse cuando una nube de flechas cayó sobre el grupo enemigo. Al voltear, con sorpresa y alivio comprobaron que se trataba de Lord Elrond, acompañado de sus tropas y varios guerreros del bosque negro.

       - ¡Mi señor Elrond! – dijo Kiora entusiasmada– Habíamos venido a solicitar refuerzos pero encontramos el bosque asediado…
       - Así es –respondió -, estamos aquí para ayudar. Regresen a Valle, cuando el bosque haya sido liberado iremos hacia allá. ¡Apresúrense!

Luego de unos instantes de duda, el trío partió re regreso a valle. El enano refunfuñaba entre dientes. Preferiría estar peleando en su tierra antes que hacer ese viaje inútil.

No tenían idea que la batalla ya había comenzado

viernes, 10 de abril de 2015

"LA BATALLA DE VALLE" Temp 2 Cap 1 Pt: 5 "El camino continúa"

Los tres tarros de cerveza subieron una sola vez y bajaron vacíos. Fue un dulce nectar reparador para una larga travesía.
Elaran miró hacia la pared opuesta de la taberna “Martillo” ubicada en el centro mismo de Esgaroth. Por un instante se sintió extraviado, ajeno a ese lugar. Sacudió la cabeza y estiró las piernas intentando relajarse un poco. Al día siguiente, Dain los recibiría. Había entendido el mensaje enviado por Elaran mediante el cuervo.
A su lado, Gleowyn acariciaba la punta de su báculo. ¿En qué estaría pensando la hechicera? ¿En el dragón muerto? ¿En la salud de Elaran? ¿En la gran batalla por venir?
Sin dudas, sería un desenlace digno de la historia de la tierra media, de eso no cabía duda. El problema era saber si tenían las fuerzas suficientes para que el desenlace fuese positivo.
Miró hacia el posadero. Un cómico enano, enfundado en un traje sucio sin delantal, que se paraba sobre un barril para poder atender a la clientela. ¿Podría ese enano blandir el hacha?
―Por supuesto que si – dijo en el aire.
― ¿Que dices, montaraz? ― preguntó Gleowyn.
Elaran volvió la mirada. Pero no dijo nada. Les habían asignado una habitación para los cinco. Luzzen pidió que Kiora continuara con ellos hasta Erebor. Los demás accedieron y el resto de los Elfos regresó a Rivendell para informar los últimos acontecimientos.
― Iremos a disfrutar de la noche si les parece ― comentó Luzzen levantándose.
Los otros dos hicieron señas que estaba bien. Al cabo de un rato, Elaran habló.
― Me preocupa que no estemos preparados ―dijo ― me preocupa que lleguemos demasiado tarde. ¿Recuerdas las luces de los campamentos en el camino?
―  Si lo recuerdo ― contestó Gleowyn ― y sospecho que no es toda la fuerza atacante.
― Sospechas bien, hechicera ― Elaran la miró con dureza. Parecía que nunca hubiese vivido la magia extraña dentro de sí. Ahora era un montaraz común y corriente. Era el montaraz que siempre fue ―el Señor Oscuro ya ha atacado Erebor y no triunfó. Esta vez se asegurará la victoria con superioridad numérica.
― Entonces debemos preparar bien nuestras defensas ― volivó a mirar su báculo ―nunca la esperanza está perdida, ni aun cuando todo está perdido.
Él asintió y no dijo más. Gleowyn tenía razón. Solo estaría perdido cuando su cuerpo sin vida fuera carroña para los murciélagos.
Un poco ebrios se fueron a dormir al alba.




(3)
Luzzen y Kiora conocieron un poco la ciudad en la que estaban. Pronto comenzaría la batalla que decidiría la guerra y el elfo se encontraba intranquilo. EL había visto los horrores de Carn Dum y los planes de batalla. Como así también había visto los extensos campamentos enemigos, sabiendo que ese no era todo el ejército enemigo.
Sintió que Kiora no debía estar allí. El pensamiento desapareció tan rápido como llegó. Había demostrado su valía para el combate y la curación. ¿Qué más podía esperar de su amada?
Bajaron hasta el borde la ciudad y encontraron  un pequeño apartado bajo la luz de la luna, bajo cuyos rayos se juraron amor eterno.
(2)
La noche transcurrió sin sobresaltos. La primera noche tranquila desde su partida de Rivendell y agradecieron eso.
Los cuatro caminaron hasta las mismísimas puertas de Erebor. Allí unos guardias esperaban con las estrictas instrucciones de dejar entrar a Elaran y conducirlo ante Dain, junto con cualquier compañero que estuviese con él. Eso incluía a los dos Elfos. A pocos les agradó ver a dos elfos caminando entre los muros del gran reino de Erebor.
―¡Elaran! ― exclamó Dain al verlo ― al fin una cara amigable llega desde fuera de este reino.
GLeowyn miró entre fascinada y divertida al rey bajo la montaña. Apenas era barba y algo más el enano.
― ¿A qué te refieres? ― preguntó Elaran luego de las presentaciones de rigor.
― Hace unos días, ya no recuerdo cuantos ―comenzó ― llegó un jinete preguntando por “Bolsón” y “Comarca”. Había algo oscuro en él. Algo que nos ponía los nervios de punta. No dijimos nada y no ha regresado.
Los cuatro intercambiaron una mirada. Sabían de dónde venía aquel jinete y así lo explicaron.
L a cara de todos los enanos presentes se endureció. Ante ellos había estado un emisario oscuro, nada más y nada menos. Los grandes salones de Erebor parecieron enmudecerse ante la sola mención de la oscuridad. Y hasta Dain pareció palidecer tras su barba al escuchar el relato del ataque inminente. Enseguida comprendió que en sus tierras se libraría la batalla decisiva por la existencia de los Enanos de Erebor.
― Debemos comenzar los preparativos ― anunció ― oscuras noticias nos llegan desde el sur. Es muy probable que no contemos con refuerzos como necesitaremos. Pero los enanos no se rendirán, no negociarán. ¡Nuestros enemigos caerán antes de siquiera poner un pie en Erebor! ― ante el grito los enanos presentes, afortunados elegidos entre muchos, respondieron con un cántico de guerra.
(3)
Bajaron emisarios hasta la ciudad de valle y la ciudad del lago. El Rey Brand, comprendió al instante la amenaza que se cernía sobre ellos y le aseguró a Gleowyn y a Elaran, que colaboraría activamente en defensa de su tierra.
Aún serios, pero con la esperanza intacta, Elaran, Gleowyn, Luzzen y Kiora, colaboraron activamente en la preparación de la defensa.
― Espero que esto sirva de algo  ― comentó Elaran a Gleowyn durante el primer día.
― No pienso repetirte lo de la otra noche, Elaran ― contestó ―hemos llegado hasta aquí, no desconfíes de tus fuerzas ni de las de tus compañeros.
― ¿Sabes? Comienzas a sonar como una gran sabia ―dijo mientras sonreía.
― Presta atención ― dijo sonriendo también ―y podrás aprender algo.
Vieron como el sol se ponía en el horizonte de la tierra media. Detrás de ellos los enanos montaban una armería en la ciudad del lago y los hombres afilaban las espadas.

Era el atardecer del 13 de Marzo de 3019. La esperanza todavía vivía en los corazones de los protagonistas.

En el amanecer del 14 de marzo, se escuchó el primer cuerno de guerra de Mordor.