viernes, 23 de enero de 2015

"LA BATALLA DE VALLE" Cap. 5: ¿Éste es el Fin?



(1)

Rivendel

Las noticias sobre la compañía del anillo, dejaban claro únicamente lo sucedido con Aragorn, Legolas, Gimli y Gandalf. Muy preocupado se encontraba Elrond esos días. La Batalla en el Abismo de Helm se había tornado a favor de los pueblos libres de la Tierra Media, pero solo gracias a la intervención de Gandalf y Erkenbrand, Señor del Folde Oeste.
— Mucho me preocupa la reacción de Sauron — explicó a Elaran en una de sus reuniones — Temo que el Señor Oscuro no esperará a reaccionar. Su derrota en el Abismo de Helm, le ha demostrado que aunque Rohan se ha debilitado, no ha perecido.
Las cosas sobre la Tierra Media, no marchaban en el orden que se esperaba. Un Dragón suelto, refutando la teoría de que Smaug había sido el último, legiones preparándose para un ataque en el Norte y peor aún, ¡Dos Hobbits solos marchando a destruir el Anillo Único!
— Nunca hay que subestimar el corazón de los Hombres de Rohan — Elaran albergaba una pequeña esperanza en su corazón — mucho he escuchado de su bravura en momentos de adversidad. Cuando sean llamados a la guerra, responderán con cuernos y espadas.
— Has dicho bien, Elaran — congenió Elrond — pero nosotros tenemos otros asuntos más urgentes para tratar — ingresaron al recinto que otrora sirviera de lugar de reuniones para el Concilio Blanco — El Norte no está preparado para un ataque masivo y sorpresivo — antes de ingresar a la reunión, Elrond agregó — hay algo diferente en ti Elaran. Puedo percibir que has cambiado desde la última vez que nos vimos, pero no puedo discernir qué.
En el lugar ya se encontraban Luzzen, vistiendo unas ropas verdes y livianas, traídas por sus congéneres desde Lothlorien. A su lado Gleowyn se puso de pie al verlo entrar. A su cintura pendía su espada, pero en su mano derecha, se sorprendió de ver un báculo de madera con una punta en forma de serpiente emplumada de blanco.
— Parece que te has convertido oficialmente en hechicera, mi querida Gleowyn — comentó Elaran mientras tomaba asiento.
— Aquí le llaman “Maestro de las Tradiciones” — contestó ella — sea lo que sea que eso signifique.
— ¿Cómo estás de tus heridas, Luzzen? — preguntó.
— Bien — contestó él — en esta semana no he tenido recaídas y he sido bien atendido gracias a una enviada del Maestro Elrond.
Al recordar a Kiora, los ojos de Luzzen brillaron con la intensidad del sol. Pocas veces había contemplado semejante belleza. Eso le asustó, pero inmediatamente el corazón dio un latido más fuerte y se alegró.
— Por cierto — interrumpió Elrond — los demás no tardarán en llegar.
A ninguno de los tres les llamó la atención del comentario de Elrond. Mucho habían escuchado sobre el segundo grupo que partiría junto a ellos en busca del Dragón. El nombre de los miembros de la segunda expedición se mantuvo en secreto y todos habían sido convocados a una reunión común para discutir los últimos sucesos.
— ¿Qué ha pasado con las piedras que encontramos en Carn Dum? — preguntó Gleowyn.
— Lo que más debes saber, Gleowyn — Elrond la miró fijo, estudiando cada uno de sus movimientos — es que han sido llevadas a un lugar seguro por la Dama Galadriel. Sé que has sentido el poder en ti. Pero te aseguro, nada que haya sido tocado por la oscuridad, conviene ser utilizado. El Anillo Único es prueba de ello.
Gleowyn asintió, borrando con todas sus fuerzas la imagen y la sensación que había tenido en sus manos, en su cuerpo, en su ser. Intentó olvidarlo y casi lo logra. Solo dejando una sensación de olvido pasajero
— Si las gemas solo pueden ser tocadas por seres puros como nos has dicho — intervino Luzzen — ¿Cómo es posible que fueran llevadas a Carn Dum y usadas por los seres más oscuros de la Tierra Media?
 — La respuesta es simple si conoces la historia completa— Elrond caminó, deteniéndose a un lado de Luzzen — allí donde estás sentado, Saruman estuvo debatiendo con nosotros la imposibilidad de que Sauron hubiera regresado a la Tierra Media — un frío le recorrió la espalda al Elfo — así es. Muy probablemente en ese momento o más adelante, luego de la expulsión del Nigromante, Saruman comenzara a trabajar ya con Sauron. El Traidor Saruman, es un ser que pese a su corrupción mantiene mucha de su energía blanca y pura de antes. Su traición fue más profunda de lo que hubiéramos imaginado.
— Entonces ha sido él — reafirmó Elaran — bastante ocupado ha estado el mago y nadie lo ha visto.
 — Es muy difícil sospechar de un aliado, Elaran, Dúnedain de Erebor — se defendió Elrond — él estuvo allí conmigo, Galadriel, Gandalf y Radagast. Combatió contra los nueve y nos ayudó a expulsar al nigromante. ¿Cómo sospecharíamos? Si, debimos haber visto la traición, pero un enemigo mucho más poderoso estaba rondando nuestra mente en ese momento. Y por eso, Saruman pudo no solo construir el ejército de Isengard sino también manipular esas piedras a favor de Sauron. ¿Cómo lo ha hecho? Todavía escapa a mi conocimiento.
La turbación en el semblante de Elrond, los preocupaba a todos. Nunca lo habían visto de esa manera. En ese instante ingresaron al recinto, quedándose de pie, el segundo grupo que partiría como soporte en la búsqueda de Uruloth.


(2)
Elrond en persona explicó el plan a seguir, ideado junto a Glorfindel, que se encontraba patrullando los alrededores de Rivendel, y Galadriel, regresada ya a Lothlorien.
Elaran, Luzzen y Gleowyn, atravesarían las montañas nubladas sobre tres Águilas. Gwahir, señor de las Águilas, insistió en este punto al sentir que su raza había sido retada a duelo por Uruloth y no podía permitir dejar pasar tampoco el hecho de que una de ellas casi pierde la vida luchando contra el Dragón. Los tres, llegarían a las cercanías de Monte Gundabad y esperarían al segundo grupo si este no había llegado ya, para montar campamento y vigilancia. La orden de Elrond era estricta, nada de combate a menos que sea necesario. Debían asegurarse la presencia del Dragón.
Ésta de idea esperar, para nada le gustaba a Elaran.
El segundo grupo estaría a cargo de Calmacil, Elfo de confianza de Elrond. Y como miembro del grupo también partiría Kiora. Al escuchar su nombre, Luzzen intentó simular su sorpresa, mas no pudo hacerlo. En ese momento, creyó que era injusto que un ser tan blanco como Kiora, partiera en una misión como les esperaba delante.
— Kiora puede asistirlos si están heridos — dijo Elrond — ha sido una de quienes mejor han aprendido el arte medicinal de nuestro pueblo. Mucho les servirán sus servicios en la tarea que tienen por delante — se puso de pie y miró a todos — siéntanse afortunados y que sus corazones no crezcan en preocupación. Mucho más apoyo tienen que la compañía del anillo que necesitaba del secreto.
Dicho esto, Elrond dio las últimas indicaciones, partirían al amanecer siguiente, y la reunión se dio por finalizada.

(3)
La luz proyectada sobre una de las cascadas de Rivendel durante el amanecer, iluminó la cara de Luzzen frente a la de Kiora, que ya no portaba más aquel delicado vestido de seda con el que la conoció, sino un traje de batalla azul oscuro y armadura de cuero. Llevaban pocos minutos hablando. Pero para ambos resultaban bellos milenios.
— ¿Por qué no quieres que parta en esta misión? — preguntó Kiora sorprendida.
— No es que no quiera — contestó Luzzen — es que es una misión terrible la que nos espera.
— Lo sé — contestó ella y sonrió. Nunca en su vida, Luzzen sintió el corazón acelerársele como en ese momento —gracias por la preocupación. Pero necesitarán de mí si la misión es tan terrible como dices.
No podía refutar esos argumentos. El solo quería el bien para ella. No tenía ningún derecho de contrariar la orden de Elrond y menos los deseos de Kiora.
Ella en ningún momento le quitó la mirada de encima y parecía buscar dentro del corazón de Luzzen. Tratando de desentrañar algo que no se puede definir con palabras.
— El mundo es un lugar oscuro — dijo Luzzen — no quiero que algo malo te suceda — acarició la cara de Kiora y partió al encuentro con sus compañeros que lo esperaban de pie junto a las águilas.
Gleowyn jugaba con su báculo, moviendo de mano en mano.

(4)

Sobre las Montañas Nubladas (I)

Las tres Águilas que los llevaban, avanzaban lento y volaban bajo. Tardarían el doble de tiempo, pero así podrían coordinar mejor con el grupo de Calmacil. Tampoco había necesidad de llamar la atención de las patrullas orcas que tanto comenzarían a abundar.
Pronto el clima se tornó frío y un viento de igual temperatura azotó sus caras y las plumas.
— ¡Con este clima no vamos a tener que preocuparnos de Uruloth! — gritó Elaran — el clima se va a encargar de nosotros.
— No sea tan pesimista, Montaraz — respondió el Águila — pronto estaremos y… — una sombra apareció entre las nubes para luego pasar junto a ellos a una impresionantes velocidad para luego perderse de vista — ¿Qué fue eso?
Todos trataban de buscar a la sombra, pero había desaparecido. Casi les parecía imposible que algo se moviera con semejante agilidad en ese clima. Y sin embargo, todos temieron lo peor.
A los poco segundos, la silueta del Dragón apareció frente a ellos y se acercaba con sus fauces abiertas.

En las Montañas Nubladas (II)

El grupo comandado por Calmacil, en el cual también marchaba Kiora, fue emboscado a poco de adentrarse en las Montañas Nubladas. Aunque el grupo logró, a costa de varias bajas, repeler a los orcos, se esparcieron por distintos lugares.
— ¿ Calmacil? — llamó Kiora — ¡ Calmacil! — pero nadie respondió.
Kiora continuó avanzando en la dirección que traía al empezar el combate.
Caminar se le hacía cada vez más difícil. Para tratar de mantenerse en secreto al menos hasta el otro lado de la montaña Calmacil había insistido en el paso que ahora recorrían, sin saber que semanas atrás, Gandalf había intentado el mismo recorrido.
La joven Elfa, trató de encontrar a sus compañeros perdidos. Pero solo dos regresaron al camino original y traían oscuras noticias.
— Calmacil fue herido — dijo uno de ellos — si lo capturaron o no, no lo sabemos.
Más adelante se toparon con otro Elfo. No portaba su arco y la espada estaba teñida de sangre negra. Cerca de él se acerca el último miembro perdido del grupo. En sus manos portaba la espada de Calmacil.
— Es increíble — dijo al acercarse. Kiora vio la herida en la cabeza y comenzó a curarlo— solo falta Calmacil.
Entonces Kiora recordó la estrategia del ataque. Las flechas habían sido disparadas muy cerca de ellos, pero no contra ellos. Todos habían regresado menos Calmacil.
— Esto fue una emboscada — anunció — el objetivo era capturar a Calmacil.
— ¿Capturarlo? — inquirió uno de los Elfos.
— Si, conoce demasiados secretos como para dejarlo pasar tranquilamente — explicó Kiora — es muy posible que estuvimos siendo vigilados desde el ingreso a este paso — observó los alrededores y no encontró más nada que nieve blanca y en algunos lugares sucia con la sangre de los orcos — debemos continuar. Nuestra misión es más importante — antes de continuar se detuvieron en una cueva para recuperar fuerzas.
Muy preocupada quedó Kiora. Calmacil no era Elfo que se pudiera capturar fácilmente. Lucharía hasta el final. Solo matándolo podrían llevarlo a una guarida de orcos. O peor aún… a Mordor.
No fueron molestados en el resto del pasaje de las montañas. Mientras hacían esto fueron testigos del final de un combate que pocas veces se aprecia en la vida.

Sobre las Montañas Nubladas (I)

A lo largo y a lo ancho de las montañas, lucharon las Águilas y los tres valientes contra el dragón. Muchas veces estuvieron a punto de perecer, a punto de caer y destrozarse el cuerpo contra los picos de las montañas.
¿Qué hacía allí Uruloth? ¿No debía estar en Gundabad?
Elaran pensó que podría estar buscando un lugar propio dónde anidar. Pero descartó la idea. Solo entonces, se le ocurrió la verdadera razón.
Rivendel…
El Dragón estaba tratando de llegar a Rivendel y ellos se lo habían topado en el camino por pura casualidad. Un ataque sorpresivo sobre tan sagrado lugar, no iba a encontrar resistencia organizada. Sería una tragedia peor a la de Esgaroth.
— ¡Debemos matarlo! — gritó Luzzen cuando su Águila se acercó a la de Elaran.
— La piel del Dragón es dura, no podremos — dijo — pero podríamos alejarlo.
Al escuchar esto las Águilas se comunicaron entre sí y encararon de frente al Dragón para esquivarlo a último momento. Luego, las Águilas encararon hacia Isengard.
— ¡Debemos hacer algo más! — gritó Gleowyn — ¡No podemos pasarnos la vida de un lado al otro!
Elaran comprendió que era cierto. El Dragón debía ser eliminado en ese momento. Pero ¿Cómo? La historia contaba que el Arquero Bardo, había logrado matar a Smaug gracias a una flecha negra que ingresó por el pecho hasta el corazón, aprovechando una abertura en su armadura.
— ¡Te veo, Montaraz! — sonó la voz de Uruloth — te veo allí con tus amigos. No podrán salvarse de mí. Soy el fuego que devorará Imladris. Soy el fuego que devora la vida — por un instante las miradas de Uruloth y Elaran se cruzaron. Fue un instante fugaz, pero el embrujo del dragón intentó meterse en el corazón del Dúnedain — Estas diferente. Algo en ti ha crecido, más allá de lo que puedes aguantar. Lo veo allí, subiendo, consumiéndote — por un instante solo se escuchó las alas de Uruloth — Me siento tentado a dejarte vivir para verte llorar sobre las cenizas de todo aquello que amas. Pero esto empieza a terminar aquí, escoria— se elevó al cielo, buscando una posición dónde atacar. Desde lo alto se escuchó la voz de Uruloth — ¿Crees que puedes salvar Valle? No eres el gran arquero, ni un rey. Eres ¡Nada! Y nada podrás hacer. ¡Valle arderá!
¿Qué otro punto débil podía tener? Pensó y pensó y solo dos lugares se le ocurrió. Ojos y Boca. Pero ni por la bondad de todos los Reyes de antaño se metería en la boca del Dragón. Pero ¡Debía matarlo!
— Tengo una idea — dijo — ¡Luzzen, prepara tu arco! — ordenó y el elfo obedeció — cuando sea el momento dispara a la boca de Uruloth, no puedes dudar ni un momento — bajó la cabeza hasta la altura de los oídos del Águila murmurando algo.
— ¿Estás seguro de lo que me dices? — preguntó.
— No — contestó —  pero hay que intentarlo.
Le hizo señas a Gleowyn y se acercaron.
— Necesito que lo ciegues un momento — pidió — ¿Puedes hacer eso?
— Por supuesto — contestó levantando el báculo — ¿Qué piensas hacer?
— Ya lo verás — contestó y el águila se separó del grupo.
Elaran y su emplumado transporte se acercaron a Uruloth que volvía al ataque. Éste intentó quemarlos con su aliento ardiente, pero el animal que montaba el montaraz resultaba mucho más rápido. Esquivaba las bocanadas de fuego y los mordiscos. Se dejaba alcanzar y luego se movía hacia atrás del implacable Dragón.
— ¿Qué está haciendo? — preguntó Luzzen.
— No tengo idea — contestó Gleowyn.
En determinado momento, Elaran  y su acompañante, enfilaron a toda velocidad contra ellos. Uruloth venía detrás, furioso, rugiendo, humillado.
Las dos Águilas les dejaron paso y entonces, Gleowyn hizo uso por primera vez de su báculo y descargó un destello de luz frente a los ojos de Uruloth que rugió de furia, parpadeando y moviéndose en todas direcciones. Cuando se recuperó retomó la persecución.
La tercer Águila volvió a la formación con sus hermanas. Pero sin Elaran sobre ella.

En las Montañas Nubladas (II)

Para Kiora le resultó un gran espectáculo en el cielo. Ella y sus compañeros Elfos no podían creer lo que acababa de caer del cielo. Nunca en sus más alocados sueños, creyeron que fuera posible.

Sobre las Montañas Nubladas (III)

Gleowyn y Luzzen llamaban a su compañero, pero no lo encontraban por ninguna parte. ¿Dónde podía estar? ¿Había caído del Águila?
Luzzen comenzó a pensar que debía haber disparado las tres flechas con su arco. Que ese era el momento que le dijera Elaran. Miró culposo a Gleowyn y ella continuaba mirando desesperada en todas direcciones. ¡No podía haber muerto tan fácilmente!
De pronto, los ojos de la hechicera se abrieron tanto que parecían que quedarían colgando. Señaló con el báculo y Luzzen siguió con la mirada. Lo que estaba viendo era imposible. ¿Cómo podía estar haciendo eso? Preparó su arco, sus tres flechas y espero para ver que haría Elaran sobre la cabeza de Uruloth.

Sobre las Montañas Nubladas (IV)

Demasiada suerte tuvo de caer en la espalda de uruloth, justo donde comienza el cuello. ¿Había sido su propia habilidad? Imposible. Solo un Elfo podría completar esa hazaña. ¿Entonces cómo?
Comenzó a escalar por el cuello de Uruloth hasta su cabeza de la misma manera en que caminaba por los bosques para no ser detectado. Subió hasta la cabeza y desenvainó sus Espadas cortas, llamada una Erthadan por su padre y la otra Fírmhiel por su madre. En ese momento Uruloth lo detectó.
— ¿Eres tú, pequeño Montaraz? — dijo en tono de sorna.
Comenzó a sacudir el cuerpo. Elaran se aferró con todas sus fuerza, poco agarre tenía con las dos espadas en sus manos.
— ¡Nunca desafíes a la Tormenta de Fuego! — Uruloth estaba fuera de sí, enceguecido por su orgullo — ¿Vencerme? ¿Quieres matarme? ¡Yo te enseñaré cómo se mata!
Tres flechas impactaron contra Uruloth y este se volvió hacia su origen. Loco de rabia se lanzó al ataque. ¡¿Cómo se atrevían a atacarlo?! Pequeñas escorias, inservibles, pequeños bocados para su estómago. Conocerían ahora la furia del Dragón.


Sobre las Montañas Nubladas (V)

Lo que las Águilas y Luzzen y Gleowyn presenciaron, cambiarían para siempre la opinión que tenían del montaraz. Ellos sabían que los Montaraces eran audaces, pero esto escapaba al esquema.
Los dos se preguntaron cómo era posible semejante fuerza y agilidad por parte de Elaran. Y solo Gleowyn armó una respuesta en su cabeza.
— Las piedras — balbuceó.
Nadie escuchó y aunque estuviese todo el ambiente en silencio, con Gleowyn gritando, ninguno le hubiese prestado atención. Elaran había dado la primera estocada. Uruloth gritaba y sangraba.
El Dragón intentó quitárselo de encima. Nunca en su vida había experimentado el dolor y las promesas de grandeza y poder más allá de su imaginación, le había hecho sentir que la indestructibilidad era su segundo nombre,
Pero ahora, ese patético montaraz, le había clavado una espada en el ojo derecho y el dolor era insoportable. Aparte de perder la mitad del campo visual.
Se lanzó hacia adelante, en busca quizá de venganza devorando a las Águilas y a los amigos de esa escoria. Pero los perdió de vista. Otra espada se clavaba en él, esta vez en su ojo izquierdo.
— ¡Ahora, Luzzen! — gritó Elaran mientras se agarraba con todas sus fuerzas — ¡Por mis antepasados, ahora!
No supo si el elfo le había escuchado, pronto todo para él se convirtió en oscuridad. La extraña fuerza que lo envolviera, producto de la adrenalina y quizá algo más, comenzó a desvanecerse.

Sobre las Montañas Nubladas (VI)

Luzzen no había escuchado el grito de Elaran. Pero vio al Dragón abrir sus fauces para gritar de dolor. Entonces, sacó tres flechas del Carcaj y las puso sobre su arco. El Águila se arriesgó, acercándose un poco más a Uruloth tratando de mantenerse de frente. La danza de dolor del Dragón era muy alocada.
Vio a Gleowyn acercarse a él y apuntar con su báculo. Desde la punta salió despedido una luz que hizo a Uruloth voltear hacia donde estaban ellos.
Luzzen no dudó. Las flechas volaron, ingresando en la boca de Uruloth, penetrando la carne hasta lo más profundo.
Uruloth, en un espasmo de muerte se impulsó hacia adelante,  matando de un golpe de mala suerte al águila que portara a Gleowyn. Sin dudarlo el Elfo y su águila se acercaron para salvarla, depositándola en el águila que usara Elaran.
El Dragón cayó y cayó hasta estrellarse contra los picos de las montañas nubladas.

En las Montañas Nubladas (III)

El grupo comandado ahora por Kiora, era la segunda al mando después de Calmacil y la línea de mando se respetó, se acercó al cuerpo de Uruloth. El Dragón había muerto y ahora yacía en un rincón de las montañas nubladas. Ahora un cascarón inservible. Un recuerdo de la terrible máquina de matar que fuera. Un sirviente menos del Señor Oscuro Sauron.
— Ahora si la raza de los Dragones ha abandonado la Tierra Media — dijo y todo el grupo rompió en hurras y vítores — ¡Uruloth ha muerto!
Continuaron camino hasta el punto que habían acordado en Rivendel. Si los tres estaban vivos, seguramente irían hasta allí.
Kiora deseó con todo su corazón que Luzzen estuviese bien.

Sobre las montañas nubladas (VII)

En un manotazo rápido, Gleowyn había agarrado a Elaran el antebrazo mientras el Águila trataba de mantener el vuelo cerca, arriesgándose demasiado.
Lo subió al lomo del animal haciendo acopio de todas sus fuerzas, casi cayéndose, casi perdiendo su báculo. Lo logró utilizando toda la fuerza del cuerpo, aplicando cada centímetro de su ser en salvar a su amigo Montaraz.
Lo recostó sobre su regazo y cuando pudo recuperar el aliento, lo miró.
— ¡Por la luz celestial, Elaran! — gritó bajando la mirada — ¡Lo logramos! ¡Lo… — vio la cara del montaraz muy pálida y con los ojos cerrados — ¿Elaran?
— ¿Qué sucede? — preguntó Luzzen.
— No sé — contestó Gleowyn — no reacciona.
La alegría en

el corazón de Luzzen fue reemplazada inmediatamente por la tristeza y la pesadumbre al ver a su amigo Montaraz mal herido, desmayado.
— Debemos llevarlo con Kiora — urgió Luzzen — ella sabrá que hacer.
Aunque ya habían salido del clima helado de esa parte de la montaña, la desesperación de Gleowyn continuaba como antes. No podía perder un amigo justo ahora. ¡No era justo! Luzzen en cambio trató de mantener la calma. La solución estaba cerca. La llevaba Kiora junto al grupo de Elfos.
— No te preocupes, Gleowyn — dijo Luzzen — ella sabrá qué hacer — y bajando la voz agregó — seguro sabe.
El montaraz comenzó a toser y a temblar. Gleowyn puso su mano en el pecho tratando de calmarlo.
— Elaran — dijo — Por favor, amigo. No te mueras — otra vez tosió, lanzando un poco de sangre por la boca — ¡Elaran!



FIN DEL LIBRO 1

21 comentarios:

  1. Nose como explicar lo bueno que ha sido leer esto, digan cuando comienza la segunda parte

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  2. Diganme que Elaran no murió porque me voy a enojar mucho

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  3. ni gleowyn ni kiora LUZZEN ES MIiOOOOO MIIIIIIOOOOOOOO

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    1. Luzzen es mio bitch!


      Kiora

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    2. Eso quisieran uds dos suripantas, el elfo es mio, mi precioso

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    3. Oigan hablando enserio, alguna conoce al creador de Luzzen y los demas? Tal vez sean guapos lol

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    4. Seguro Luzzen es un tipo horroroso

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    5. ni modo,para mi esta bien churro

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    6. Ay si como no, como si lo conocieras, acaso crees que puedes robarnos al elfo?

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    7. lo tengo para mi solita ;)

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    8. Hahahahah si claro, keep dreaming honey, luzzen es miiiio

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    9. ya quisieras que fuese tuyo....

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    10. Pues deja de hablar como si te lo apachurraras porque no es asi

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  4. Mas mas mas queremos mas!!! Luzzen mi favorito!!

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  5. Noooooooo que voy a leer ahora???

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  6. Vaya, me movieron el cerebro. Muy buen final pero y ahora?

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  7. me gusto mas la muerte de este dragon q la de smaug

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  8. Tengo la impresión de que la hechicera esconde algo... que tal si al final los traiciona? Esas piedras ya entraron en su cuerpo...

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  9. Impresionante final!! Ya quiero la segunda entrega

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  10. Nooo Elaran no murio, no puede morir!!

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  11. Elaran me recuerda mucho a Bardo

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