viernes, 20 de marzo de 2015

"LA BATALLA DE VALLE" Temp 2 Cap 1 Pt: 4 "El camino continúa"

La oscuridad apenas recortada por las unas antorchas y el ambiente sobrecargado de nunca limpiarse. ¿Quién lo haría? Apenas tienen tiempo para saquear, matar, torturar y demás cosas desagradables. Cada pared es el recuerdo triste de la vieja fortaleza enana y la inmundicia de cada rincón  yace silenciosa como testimonio del dominio Uruk-hai en Gundabad.
Pasa junto a la celda donde había estado ese Elfo, como otros tantos Elfos antes. Él mismo dio el puntazo final a ese corazón Élfico. ¿Cuánto había luchado? Muchísimo.
Pero al fin se cansó, pensó recordando, y conoció la furia de Gundabad.
El Capitán avanza a paso silencioso, seguido de sus lacayos más leales. La noticia que traía le enfurecía cada vez que la recordaba. Pero los gritos de dolor de los prisioneros y de gusto de sus torturadores, le produjo el placer de estar finalmente en el lugar que debía.
Pronto la sensación desapareció al encontrarse con la puerta de la cámara central. Allí dentro, muchos años atrás, había sido elimnada la última resistencia Enana. Él no estuvo, no vivía todavía, pero la historia venció al tiempo, de cómo los Enanos allí atrincherados eran vencidos y muertos de formas crueles.


Allí dentro, además, esparaba uno que podía ordenar su muerte si quisiera. ¿Le temía? Apenas ¿Le respetaba? Por supuesto y eso es algo que no se debe tomar a la ligera. Dos Uruk-hais tan poderosos en un solo lugar son problemas. El asunto está en resolver para quién son esos problemas.
— Gâkh Golug narkû gimbubut lat[1]. — dice mientras abre la puerta, ingresando a un cuarto apenas iluminado por una gran antorcha en el centro.
El mastodóntico Uruk-hai parado de espaldas a él, contemplando uno de los palantir (Olvidado decenios atrás), no gira para verlo. Su concentración se está disipando del objeto al recibir las últimas órdenes del Gran Ojo. Ya todo está en marcha.
— Noticias — ordena.
La voz retumba en la recámara y envuelve a todos los presentes. Los dos lacayos del capitán Uruk, se estremecen. Pero el les ordena quedarse quietos.
— El plan fue bien — comenta el Uruk-hai mirando hacia adelante — pero no hemos cumplido el objetivo. Al parecer esas escorias curaron al Dunedain — al terminar de pronunciar estas palabras, escupe al piso.
El jefe de la guarnición de Gundabad, seleccionado por el propio señor oscuro, da media vuelta, lento… muy lento. Mira a ese Uruk-hai, parado frente a él, demostrando sus deseos de matarlo con sus propias manos, romper su cuello, lanzarlo a los huargos. Pero se contiene. Las órdenes son claras.
— No has cumplido — dice, mostrando su gran altura y su complexión robusta — las órdenes del gran ojo son claras. Prepárate, en pocos días partimos a reunirnos.
El Uruk-hai asiente, no pregunta más. El hacerlo hará que su jefe desobedezca la orden y lo mate en el acto.
— El Dunedain no es importante ahora — asegura — lo que es, si queda algo, podrá esperar. Durante la gran batalla podremos capturarlo.
La orden ha llegado. Atacar el norte, nuevamente. Pero donde otros fracasaron, él triunfará.
Se vuelve a quedar solo y vuelve a jurar en silencio. Enanos, Hombres, Elfos, su tumba será al borde de la montaña.
— Su tumba será valle. ¡Sha!
Y aprieta los puños hasta lastimarse las palmas.



[1] Que los Noldor nunca te encuentren.

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