Se cubrieron para
evitar la lluvia de piedras que caían por todas partes. La explosión había
dejado un profundo silencio tras de sí. Los tres se miraron. la criatura seguía
viva y sin dudas furiosa.
— Es suficiente — dijo Elaran. Su voz se había vuelto áspera por
la angustia — debemos partir. No hay más tiempo que perder. Luzzen –y se
dirigió al elfo, que también parecía pensativo-, gracias por tu apoyo. Debes
también avisar a los tuyos.
Pero Luzzen no respondió. Permaneció mirando
hacia la dirección en la que la bestia había desaparecido.
— Yo…-respondió al
fin con voz queda-, deseo pedirles que me acompañen a Lothlórien, a ver a la
dama Galadriel. Su sabiduría iluminará de igual manera su camino.
— No podemos
desviarnos — Elaran estaba firme en sus propósitos — Sería una visita privilegiada pero el camino
aún es largo.
— Insisto. Elaran,
mi señora podría tener más respuestas que aquellas que podemos suponer.
— No lo dudo, pero
el dragón crece y los pueblos libres peligran. Debemos partir a Erebor.
— El camino que más
deseo seguir –la mujer pareció volver a la realidad-, es el que más pronto nos
lleve a completar ésta misión. además, los enanos deben saber lo que ocurre,
mucho saben de dragones.
Para elaran, la
pared del tiempo se quebró en pedazos. Las Hojas de los árboles parecieron
detenerse. Incluso, veía a Luzzen y a Gléowyn hablar pero no los escuchaba.
Otro pensamiento más fuerte que el suyo había invadido su cabeza, sus oídos y
sus sentidos, como si no fuera dueño de sí.
— Joven montaraz, ¿cuán
lejos tus pasos son capaces de llegar por proteger aquello que amas…?”
Elaran cubrió sus oídos para escuchar mejor,
aunque no hacía falta. La voz, pura como el cristal más claro, envuelta en ecos
fantásticos, retumbaba dentro de su mente.
— “Eres la Dama de
Lórien…”-pensó, una vez que comprendió lo que ocurría.
— Tiempos oscuros
se acercan, Elaran. Escucha con atención las palabras de Luzzen, enviado del
corazón de Lothlórien. Deseo que vengan ante mí, pues mucho tengo que
hablarles”
El eco se disolvió
y en su lugar, otra voz lo llamaba a la vez que unas manos le sacudían el
brazo.
— ¡Elaran! ¿Qué ha
pasado? — Pero no respondió al gesto intrigado de Gléowyn. Meditó por un
segundo.
— La he escuchado…—
dijo finalmente.
— ¿A quién? — preguntó ella con cierta impaciencia.
— A Galadriel — contestó — Ha hablado dentro de
mi mente y me ha hecho ver la importancia de ir ante ella. Tiene un mensaje
para nosotros que no debe ser ignorado. Gléowyn, Luzzen tiene razón, debemos ir
a Lothlórien por el bien de nuestra misión y toda la tierra media.
— No quiero prolongar éste viaje más de lo
necesario – respondió-, pero he dado mi palabra.
Y por primera vez,
desde su encuentro, Luzzen sonrió.
Iniciaron su viaje
hacia el bosque de Lothlórien con una pizca de esperanza, pero abrumados por
todo lo acontecido en las últimas instancias.
Fueron en una
caminata ligera, alrededor del Bosque Negro hacia los lindes de las Montañas
Nubladas, el elfo creyó que sería el camino más conveniente, mientras que
Gleowyn consideraba que lo más prudente hubiese sido cruzar el Bosque.
Verdes espacios se
podían ver de un lado, con grandes y enormes árboles llenos de paz y sabiduría,
pero a lo lejos se veían las paredes de las Montañas Grises y podía sentirse
una fría brisa venir en aquella dirección..
— Dinos, luzzen,
¿acaso sabes algo acerca de lo que vimos? — preguntó el montaraz, con el deseo
de un respuesta en su corazón — quiero decir, eso era un... dragón, ¿como
sabías que estaría ahí? — algo dubitativo arremetió Elaran.
Gleowyn seguía
caminando a unos pasos más adelante que los otros dos, pero no sin estar atenta
a la conversación de ambos.
— Mi señora
Galadriel, ella fue la que me dio aviso de que algo no estaba bien — contestó mientras caminaba mirando al
horizonte — pero jamás imaginé que vería algo así, solo en viejas historias y
cuentos, he escuchado de smaug y el arquero que acabó con su vida, pero ¿aquí y
ahora? Estoy desconcertado.
Siguieron camino ya
pasando los límites de las Montañas Nubladas y tomando rumbo hacia el Río Gris,
siempre bordeando el Bosque Negro. De alguna forma Luzzen se sentía más seguro
cerca de esos límites verdes. El sol resplandecía en el cielo, y el viento
empezó a soplar con más fuerza que antes.
Los tres marchaban
en fila, cuando de pronto el elfo miró hacia atrás.
— ¡Elaran nad no
ennas!- dijo con un tono preocupante.
El montaraz miró a
la hechicera y ambos estuvieron a la espera de lo que le pasaba al elfo.
— Creo que estas
algo nervioso, deberíamos descansar un momento- Gleowyn se mostró tranquila
pero algo inquieta también.
Luzzen se echó a
correr hacia unas rocas que estaban cuesta arriba por la subida de una lomada,
cuando, por arriba de su cabeza, un orco saltó montado sobre un huargo,
empuñando una espada oxidada y una armadura muy precaria.
— ¡Orcos!- gritó
desesperadamente girándose hacia donde estaban Elaran y Gleowyn.
El Huargo se
dirigía directamente hacia donde ellos estaban, mientras que Elaran desenvaino
su espada con firmeza. Gleowyn sin dudar tomó su espada con dos manos.
el dúnedain logra
clavarle antes su espada al huargo, esquivando el ataque.
El orco se recuperó
de su caída y enfila hacia la hechicera, se ponen a duelo de espadas y cuando
Elaran la estaba por asistir una flecha le rozó el cuerpo. detrás de él venía
un grupo de orcos armados.
— ¡Escoria! ¿Acaso
creen que vivirían para contarlo todo?- dijo el hediondo Orco mientras luchaba
con la mujer — Todos van a morir, ¡que no quede ninguno vivo!- al gritó del
Orco, los demás se abalanzaron sobre Elaran.
Luzzen se puso a su
lado y empezaron a combatir a los numerosos orcos que venían con hachas, dagas
y espadas.
— ¡Luzzen!, ve con
ella, apresúrate- gritó el montaraz mientras cortaba la cabeza de un orco.
Mientras Gleowyn
seguía dueleando con su espada, se le estaba acabando la paciencia y la fuerza
y el orco intenta darle el golpe final al verla resbalar, cuando una flecha lo
atraviesa en medio de su cabeza.
El elfo levanta
cuidadosamente a la hechicera con una sonrisa en su cara.
— ¿De qué te ríes
orejas puntiagudas? Lo tenía todo controlado — orgullosa pero aliviada contestó
ella.
— ¡Esto es genial
Gleowyn! Vayamos a ayudar a Elaran, ¡me siento como nunca!- dijo el elfo, con
mucha euforia.
Ella asintió y
fueron a pelear al lado del Hombre de Erebor, que repartía golpes de espada, y
lanzaba sus pequeñas hachas de emergencia contra todo Orco que se venía, la
victoria parecía cerca.
Gleowyn vio a lo
lejos, otro grupo de orcos, mas numeroso que el anterior, montados en huargos. Luego
de la pequeña pelea, los tres estaban demasiado cansados para dar semejante
batalla
Para su sorpresa,
un grupo de borrones sale desde dentro del Bosque Negro hacia donde estaba la
Horda, con arco y flecha hicieron frente a los que se atrevieron a seguir, pero
la mayoría de los Orcos huyeron. Cuando dejaron de moverse, comprobaron que
eran elfos.
Los elfos,
habitantes del bosque negro, se acercaron a ellos rodeándolos y apuntándoles
con espadas y flechas.
— ¿Por qué un
hombre, una mujer y un elfo desatan una batalla campal en las fronteras
territorio? ¡Hablen ahora!- dijo el líder del grupo.
Entre los tres se
miraron, y ninguno dijo nada por un momento.
me encanta me encantaaaa ya quiero que sea viernes otra vez
ResponderBorrarEmocionantee!!! Me encanta esta historia, y definitivamente tiene que haber algo entre Gleowyn y Luzzen!! No me decepcionenn
ResponderBorrarElaran es un genio! Me imagine su batalla con los orcos y me gusto mucho cuates
ResponderBorrarApoyo la moción sobre Gleowyn y Luzzen, y los felicito me encanta lo que hacen!! Haganlo extenso porque esta muy interesante
ResponderBorrarElaran al trono de Erebor, Luzzen y Gleowyn al altar!!! Jaja me encanta la historia muchachos
ResponderBorrarhahaha no me odien yo prefiero Elaran y Glewyn!!
ResponderBorrarPero es que Gleowyn-Luzzen le daria un toque Beren y Luthien! No estaria mal la idea!
ResponderBorrarLo bueno y que me gusta es que nos lleven por caminos que no conocemos mucho! El mapa es muy grande y esta padrisimo que vayan por esos lugares. Aguante Elaran!
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