Habían pasado ya dos días desde que abandonaron el bosque negro con
intenciones de llegar al paso de Rohan. Había sido un recorrido sin mayor
dificultad gracias al agudo sentido de orientación de Elaran.
En un punto del camino, Luzzen se encontró serio, con semblante
distraído.
- ¿Qué ocurre, Luzzen?- preguntó
Elaran-, Es claro que algo te perturba.
- El bosque que dejamos atrás… Estos
caballos con el emblema de la casa de Thranduil, todo lo que me recuerde la
terrible experiencia. Había escuchado de su reino todo tipo de rumores pero
poco se compara a la realidad. Nos trataron como viles prisioneros. Quisiera
haber salido de ahí sin decir palabra alguna.
- Concuerdo contigo - Elaran
emparejó su caballo a la altura del de Luzzen para escucharlo mejor-…, ha sido
una pesadilla. Mi pueblo aún sufre las malas memorias causadas por las
diferencias entre los reinos. Esperemos no haya necesitad de volver a cruzar
camino con él o pisar sus tierras.
- Ví que vendabas tu brazo – dijo Luzzen, dirigiéndose a la mujer -. ¿Te
encuentras bien?
Gléowyn había permanecido gran parte del camino en silencio y avanzaba
delante de sus compañeros sujetando las riendas del caballo negro que montaba.
- Estoy bien – respondió
secamente -. Finalmente cada rey protege la seguridad de su pueblo como mejor
ha aprendido. No es tan fácil juzgar a un monarca que ha vivido más siglos que
nosotros.
Elaran resopló.
- Es fácil sin embargo ver la frialdad y la codicia en cualquier ser, sin
importar cuán longevo sea.
Esperó una réplica de ella pero no respondió más.
- Deberíamos detenernos un momento –dijo Luzzen finalmente-. Los
caballos necesitan descansar.
- Esperemos hasta llegar a un lugar seguro para acampar ésta noche. Aún
falta un largo camino –replicó Elaran mirando al cielo, que había comenzado a
oscurecer.
- ¿A caso un montaraz teme a las cabalgatas nocturnas?- dijo el elfo con
cierto aire divertido en la mirada.
- Debemos ser prudentes y sigilosos en nuestro recorrido, Luzzen.
Cabalgar de noche nos convierte en un blanco fácil. Yo mismo desconfío del
camino sinuoso, a pesar de los años que he dedicado a la montura…
Entonces, un pequeño animal brincó de entre los arbustos que bordeaban
el camino que habían elegido seguir, rompiendo por completo la tranquilidad del
ambiente. El caballo que Elaran montaba, asustado por la súbita interrupción, reparó
y el dúnedain enano voló por los aires aterrizando de sentón en el suelo. En
ese momento el caballo lanzó una zancada hacia atrás que hubiera asestado en su
rostro si éste no la hubiera esquivado. Luzzen soltó una risa jovial. Gléowyn
hizo ademán de desmontar para ayudar al caído pero éste se había puesto de pié
a toda prisa e intentaba controlar al caballo antes de que los otros también se
estresaran.
Entonces, el semblante del elfo se oscureció.
- ¿Qué sucede?- preguntó Gléowyn.
- Alguien se acerca – respondió Luzzen, soltando las riendas para tomar
su arco. Elaran subió a su caballo nuevamente y Gléowyn sujetó la empuñadura de
su espada. Un momento de silencio. Finalmente, pudieron escuchar los cascos de
otro caballo, acercándose a ellos.
- Sea lo que sea, no viene acompañado – dijo el elfo. Permanecieron en
guardia hasta que, entre los árboles de la lejanía una figura apareció sobre un
majestuoso corcel blanco. Se trataba de un elfo, de vestiduras claras y cabello
dorado. Su presencia era intensa y luminosa, emanando paz y sabiduría. Llegó
hasta ellos y pudieron darse cuenta de que, si llevaba arma alguna, no la
empuñaba. Tan desconcertados estaban ante ésta presencia que ninguno habló,
hasta que el desconocido se presentó.
- Sin duda son ustedes de quienes
me informaron. Mi nombre es Glorfindel. He venido desde Rivendell, a darles un
mensaje de lord Elrond.
- Reconocí tus ropajes, de aquella maravillosa tierra – dijo Elaran -.
¿Qué mensaje tienes para nosotros?
- Una sombra se ha extendido, no
solamente por nuestras amadas tierras y los pueblos libres sino dentro de los
corazones, algunos de ellos, de quienes solían ser aliados o amigos
entrañables. Ya no podemos saber en quién confiar. Saruman, el gran mago
blanco, ha caído en la oscuridad y nos ha traicionado.
Ninguno pudo ocultar su asombro.
- Se convirtió en un gran aliado para Sauron –continuó Glorfindel-. Nos
mintió todo este tiempo y, utilizó la buena voluntad de quienes confiaban en él
para abrir caminos para el Señor Oscuro. Lord Elrond está consciente de que se
dirigen a Carn Dum, y desea hablarles. Hay mucho que deben saber, ya que se
encuentran en tan importante misión. La dama Galadriel se encuentra en camino a
Rivendell y ahí desea esperarlos.
Glorfindel los guió por un nuevo camino mientras les hablaba de lo
ocurrido en aquellas tierras. Supieron entonces con toda certeza que algo
terrible se avecinaba y el consejo de los elfos sería de gran utilidad.
Al anochecer del día siguiente, se encontraban a las puertas de
Rivendell. Descendieron de sus caballos y la quietud del lugar los sobrecogió.
A lo lejos alguna extraña pero hermosa música les alcanzaba los oídos, y al
momento incluso el cansancio y la angustia parecieron desaparecer. Gléowyn
caminó hacia un costado del sendero y desde ahí, pudo ver con claridad y no
pudo ocultar la forma en que sus ojos se iluminaron con la belleza del lugar.
hhahaha Elaran se cayo del caballo D: xD !! quiero saber que les dice Elrond
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